En estos días de tanto cuadrito y porcentaje, en los que me cuestiono casi todo, una de las cosas que me hacen bien, es esa sensación. Esa sonrisa, esa palabra. Me vuelven a conectar con posibilidades, con lugares en los que puede haber vasos y platos por lavar, pero que no son carga, en medias luces y sahumerios que se apagan solos.
También está el miedo del final ( si, del final), de la incertidumbre trasformada en recuerdo. Y el calor. La noche de un viernes cualquiera.
Hace rato que quería esa senasción, sólo esa sensación. Y ahí está, lista, toda para mí. Como mi viaje, nadie me la sacará.
Ni siquiera los maditos cuadros.
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