domingo, octubre 29, 2006

El cine, el tiempo y el amor.

Creo que uno de mis mayores placeres es el cine. Tanto en el cine mismo, digo, en el lugar cine, como en mi casa. Pero me gusta porque es un placer para mí, meterme, escuchar, sentir, reirme, y eso. No lo veo desde un lugar intelectual. Sí que muchas veces no me puedo escapar y le doy vueltas al asunto. Entonces me pongo a reflexionar sobre el rollo de los franceses y el trabajo, o la marginalidad, expresados en el cine (La corporación, Solo contra el mundo, Recursos Humanos, etc); o la década del 70 en la Argentina y las películas sobre la rutina laboral y la enajenación. (La fiaca, La valija, La tregua, etc). Al fin, a mí me gusta el cine, ¡Qué tanto! Y me gusta, porque me genera fantasía, la fantasía de vivir vidas no vividas o historias imposibles. Todos aquellos que hayan visto Big Fish, coincidirán en esto con seguridad. La posibilidad de hacer real lo imposible.
Por otra parte la capacidad de, con imágenes, resumir situaciones, transmitir emociones. Y no sé porqué se me viene a la cabeza El exilio de Gardel. Un contraluz, un silencio en imágenes.
Algo que también siempre me atrajo del cine, o de ciertas películas es el juego con el tiempo. Las paradojas del tiempo (al estilo de El fin de la eternidad de Asimov). Desde Terminator hasta Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y por supuesto Memento.
Hace poco fui a ver La casa del lago. Debo admitir que me gustó, pero no por el recurso temporal, sino por lo romántico de su argumento. A mi acompañante no le gustó (vaya a saber que cosas le gustarán...). A mi me encantó, resultó ser una película de amor. Claro, está un tanto fuera de moda, lo entiendo. Pero me pareció que el recurso de jugar con el tiempo ya no me causaba esa admiración como antes. Igual Agresti me emociona, que le voy a hacer. Seré una sentimental. "Gracia a dio"

De Eterno resplandor... Ahí está: quiere borrar los recuerdos para no sufrir, pero...

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